25 nov, 2025
Ruta de pichos por Pamplona
A veces los sabores más grandes solo caben en platos pequeños ¡Imposible pasar por Navarra sin probar sus pinchos! Si nos acompañas, descubrirás todo un alarde de creatividad y sabores únicos concentrados en plato pequeño. Desde los más clásicos hasta los más innovadores, todos nos hablan de arraigo a la tierra y calidad gourmet. Y en el camino, descubrirás que aquí, donde manda la tierra, ir de pinchos es mucho más que comer: es una tradición, pero también sorpresa y vanguardismo. Cada bar guarda su secreto, cada pincho tiene su historia y cada parada es una excusa para brindar, reír y seguir…
BlogSi alguna tarde has paseado por las calles del casco antiguo de Pamplona, sabrás que es imposible resistirse al aroma que sale de los bares. Y mucho menos al despliegue creativo que exhiben sus barras, llenas de exquisiteces en tamaño pequeño. Aquí los pinchos no se eligen, te seducen desde la barra. Y en ella se mezclan el presente y la historia; la técnica moderna y el producto de toda la vida.
Así que ¡nos vamos de pinchos! El ritual más tradicional de las cuadrillas que saben que el mejor plan empieza con un “¿Nos tomamos algo?”. Porque en Navarra comer es compartir, descubrir y disfrutar sin protocolo.
Nos adentramos en lo "Viejo" de Pamplona y ya se palpa el ambiente festivo. ¿Los protagonistas? Los productos típicos de Navarra que honran nuestras raíces, pero se reinventan sin descanso. Nos damos cuenta, en ese momento, de que un pincho navarro no es una tapa: es una creación artística, un guiño al pasado, una forma de cuidar lo nuestro. El crujir de una tempura recién hecha, el aroma de un queso fundido con mimo, el toque atrevido de una salsa que no esperabas… cada bocado es una explosión de sabores auténticos.
Nos acercamos hasta el bar Fitero para degustar la gamba que lleva su nombre. Cerca de allí, en la calle Estafeta, nos esperan entre otros el Txirrintxa, el Zanpa y el Bodegón Sarría con su ‘Capricho de Escombro’, elaborado con virutas de embutidos ibéricos. En esta parada descubrimos también las maravillas que puede sostener una pequeña rebanada de pan: la chistorra típica de Navarra, el mejor ajoarriero o la alcachofa de Tudela. Productos sin artificios, que cuidan el detalle con precisión milimétrica.
Las famosas gildas, las tortillas rellenas de jamón y queso, espinaca, ali oli, calabacín… o las populares cazuelicas, de cordero al chilindrón, solomillo al jabalín con rebozuelos, chips y brotes de pacharán, o de verduras salteadas con jamón y huevo, también forman parte de los clásicos de esta ruta. Todo un homenaje a nuestra gastronomía maridado, cómo no, con los mejores vinos navarros.
Y de ahí enfilamos, cruzando la plaza del Castillo, hacia la calle San Nicolás, haciendo una parada en la Mandarra de la Ramos para probar sus pinchos de pulpo a la gallega sobre patata o la vieira con verduritas y queso gratinado.
Un bocado de tradición: la magia de los fritos navarros
¿Y qué sería de una ruta de pinchos sin sus fritos? De carne, verduras, hongos o pescado. Con huevo duro o sin él. De rebozado crujiente o fino. Y, siempre, con una deliciosa besamel... la gastronomía navarra te ofrece mil y una propuestas originales que van más allá del tradicional frito de jamón y queso, o de las croquetas de jamón, cocido o bacalao, que tampoco pueden faltar.
Uno de los fritos fetiche es el de hongo, llegado directamente desde nuestros bosques, con un sabor único que te dejará sin palabras. Pero también está el de queso Idiazabal, que nos habla de una cuidada elaboración artesanal y denominación de origen propia.
Si te gustan las croquetas en todas sus versiones, apunta esta cita: la Semana de la Croqueta, con casi un centenar de propuestas.
En la calle Comedias hacemos una parada en el Café Roch, santuario de los fritos navarros, en pie desde 1898. Cruzamos el umbral y el tiempo parece detenerse. La madera antigua, el aroma a croqueta recién hecha... nos transportan a un cálido refugio donde cada rincón cuenta una historia, con la solera de quien ha visto pasar generaciones sin perder su esencia. Sus exclusivos fritos de pimiento, roquefort, mejillón, anchoa, boletus, así como el tradicional de jamón y queso son un lujo que no puedes dejar pasar.
Y cómo olvidarnos de los famosos fritos de huevo de Pamplona, en sus múltiples versiones. Recalamos en el Río, en la calle San Nicolás, para probar el primero y… ¡tachán! Se añade una unidad más en su famoso marcador, que registra todos los ‘huevos’ vendidos desde 2015… ¡Y ya van 2 millones! Degustamos con placer ese trocito de huevo duro envuelto en bechamel, rebozado y frito. Y probamos también el icónico ‘Moscovita’ del Temple, en la calle Curia, que también esconde huevo duro, esta vez con queso Emmental y jamón serrano. De ahí nos relamemos la propuesta del Baviera, en la plaza del Castillo, que apuesta por el huevo poché envuelto en bechamel con un toque de trufa y recalamos después en el Museo, en la calle San Gregorio, con una receta muy similar a la del Río, que también es una fantasía.
Gastronomía navarra en miniatura, con sabor gigante
Para honrar esta cultura del pincho y el buen hacer de los bares y restaurantes navarros, Navarra acoge su legendaria Semana del Pincho, que es más que una competición gastronómica. Una exaltación a la creatividad, al sabor y a los productos típicos de Navarra.
Durante estos días, los bares se convierten en laboratorios de alta cocina en miniatura, donde cada bocado cuenta una historia y el talento se abre paso en la cocina. La Semana del pincho es una oda al buen comer… ¡pero también al buen vivir!
En esta tournée buscamos algunas de las propuestas triunfadoras de este desafío culinario. Nos movemos por Pamplona y llegamos hasta el mítico Gaucho, uno de los locales más emblemáticos y concurridos, estratégicamente situado entre la plaza del Castillo y la calle Estafeta. ¿Su secreto? La perfecta combinación entre tradición y originalidad, materializada en brochetas de foie, mejillones, croquetas de chistorra y su célebre huevo trufado.
En la calle San Nicolás hay dos bares que no te puedes perder: el Baserriberri, innovador por excelencia y siempre fiel a los sabores navarros, también es una visita obligada. Probamos el pincho ganador de 2025, ‘Eguzkilore Lu’um’, que homenajea a esta flor navarra, con pato desmigado, mole mexicano y foie. También destaca su famosa ‘BOOmVeja’, elaborada con pan de leche de oveja con lactonesa trufada y cordero estilo thai. Todo un desafío para los sentidos y un regalo para el paladar.
Muy próximo al Baserriberri se encuentra la Vieja Iruña, donde nos espera uno de sus pinchos más aclamados, que también ensalza el ‘Eguzkilore’. Esta vez, con teja de pan anisado, espuma de chocolote blanco, hojas de achicoria frita, flor de alcachofa, gel de naranja sanguina y huevo de codorniz trufado y foie.
Por su parte el Iruñazarra, en Mercaderes, nos recibe con su ‘Irunanguilazarra’, que aúna huevo, anguila ahumada y bechamel, envuelta en un rebozado crujiente. Una combinación ganadora de comida típica navarra, arriesgada y ambiciosa.
También nos acercamos al Amatxo, un rincón muy especial junto a la Catedral, para probar sus populares elaboraciones de brioche de foie y pato, steak tartar casero o su brioche de gofres de cordero.
Ya saliendo del casco viejo, bares como el Akari en el barrio de Lezkairu nos sorprenden con propuestas como el ‘Txerri Bitxia’, finalista en 2024. Con su pan baozi relleno de cabezada, salsa de coco y especias, coronado con mayonesa de lima, cebolla encurtida y caviar, este plato es un puro festín.
Así conviven la sofisticación, el trabajo honesto, la calidad de los productos locales y el ingenio a raudales con un claro objetivo: conseguir tesoros culinarios únicos que te redescubrirán la comida típica navarra como nunca hubieras imaginado.
Nos quedan muchos secretos por descubrir. ¿Te vienes?



