2025.11.20

Las mejores bodegas con hotel en Navarra

Cuando manda la tierra, no solo nos da alimentos de la más excelente calidad, sino con qué maridarlos. Navarra es tierra vinícola por excelencia, con experiencias en torno al vino que van más allá de una simple cata: nos ofrece dormir entre viñedos infinitos y conocer todo el proceso artesanal del vino, en bodegas llenas de magia, como Pago de Cirsus o Arínzano, pero también en iglús y casas del árbol. Y, todo ello, acompañado de la mejor gastronomía navarra, esa que, apuesta por la autenticidad de lo local, especialmente nuestro aceite, de una calidad excepcional. Si eres amante del vino, ¡esto te interesa!

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¿Te imaginas despertarte entre apacibles viñedos que se pierden en el horizonte? Si eres un amante del vino navarro, te proponemos un plan irresistible: alojarte en una bodega navarra con hotel, con aroma a madera y a uva, en medio de un paraje idílico. O, si lo prefieres, en un iglú en medio de la Selva del Irati o en una auténtica casa del árbol, como en los cuentos. Experiencias inolvidables todas ellas, que combinan el sabor del vino, lo mejor de la gastronomía navarra y la naturaleza en su máxima expresión.

Pago de Cirsus: vino navarro premium entre estrellas y cepas

En Bodega Pago de Cirsus, en Ablitas, la ilusión de dormir entre cepas se hace realidad. Imagina un picnic, enmarcado en la Sierra del Moncayo, entre viñas y olivares, con vinos premium que acarician el paladar y los platos típicos de Navarra: cordero, trufa y aceite de oliva.
Después, al caer la noche, la habitación se convierte en parte de ese paisaje auténtico; la expresión de una rica cultura, con raíces que se extienden a lo largo de los siglos. Y es que dormir aquí es otra cosa: una inmersión que aquieta la mente mientras el ciclo del vino sigue su curso… ¡y tú formas parte de ello!

Vista aérea, al fondo las Bardenas, en el centro las bodegas y el hotel y delante viñedos

Al día siguiente, muy cerca de allí, aprovechamos para descubrir todos los secretos de su aceite de oliva virgen extra, nuestro particular elixir dorado que marida a la perfección con los vinos navarros. Nos dirigimos hasta la finca Aceite de Artajo, productores de un excepcional aceite de oliva virgen extra ecológico. Porque en Navarra se cuidan los procesos naturales del cultivo... ¡y también se muestran! Así que recorremos los olivares en una visita guiada, la almazara y la finca entera, en diversas ecorrutas que informan de la biodiversidad del entorno y de las prácticas sostenibles empleadas en el cultivo. Una experiencia de oleuturismo apasionante, para conectar con el paisaje y la historia agrícola de la zona.

Echando aceite Artajo sobre una tostada

Así nos sorprende el anochecer del segundo día: sentados al pie de un olivo añejo, degustando el aceite delicioso, acompañando los productos típicos de Navarra: embutidos artesanos, panes de masa madre y conservas caseras. Todo ello regado, cómo no, con un blanco joven, un rosado fresco y afrutado o un tinto con notas ácidas y especiadas, capaces de cautivar los paladares más exigentes.
Otra forma de degustar la gastronomía navarra más típica es acudir al Choko de Remigio. Un restaurante con 60 años de historia y recetas creativas basadas en el entorno y la temporada, sobre todo las verduras de la huerta.

Y qué mejor opción para rematar esta experiencia que explorar las Bardenas Reales: un auténtico desierto a una hora de los Pirineos declarado Reserva de la Biosfera, que sorprende por su paisaje lunar perfilado por el paso del tiempo. De la mano de un guía especializado, podrás descubrir los mejores rincones, y conocer todo sobre la fauna, flora y costumbres locales de uno de los parajes más emblemáticos de Navarra.

Castildetierra en Bardenas Reales

Historia, relax y aventura en Fitero

Continuamos con una buena dosis de arte e historia. Nos acercamos hasta el Monasterio de Fitero, la primera construcción cisterciense de la Península Ibérica y Monumento Nacional desde 1931. A través de una visita guiada, descubrimos la historia de este conjunto medieval, incluyendo los secretos de las dependencias anejas al claustro: la cocina medieval, el claustro bajo, el refectorio y la impresionante sala capitular.

claustro del monasterio de Fitero

¡Y llega el momento de un relax merecido! Nos sumergimos en las aguas termales de su famoso balneario, una experiencia completa de bienestar que combina historia, naturaleza y salud. Sus camas de burbujas, cascadas, saunas o baños de vapor, además de una amplia gama de tratamientos terapéuticos y estéticos, nos permiten evadirnos del mundo. Si a ello le sumamos dos hoteles con encanto, la oferta es irrechazable.

piscina con chorros en el balneario de Fitero

Y antes de abandonar la localidad, todavía queda un paraje singular por conocer: el Circuito de las Roscas, que arranca en el casco urbano de Fitero. A lo largo de 8 kilómetros, a pie o en BTT, recorremos caminos agrícolas y rincones sacados de un cuento. Como la misteriosa Cueva de la Mora, escenario de una de las leyendas de Bécquer. Y cuando parece que ya lo hemos visto todo, llegan las Roscas. Formaciones rocosas esculpidas por millones de años de erosión que cambian con la luz y el ángulo, devolviéndonos al punto de partida, con la sensación de haber viajado a la esencia de Fitero.

tres senderistas delante de las formaciones de las Rocas de Fitero

¡Y la aventura no acaba aquí! Porque todavía nos espera una ruta guiada en buggy o quad por la Ribera, para disfrutar de los paisajes y cultivos de esta zona: Cascante, la Laguna de Lor o los curiosos olivos milenarios de Barillas son los atractivos que descubriremos por el camino.

El legado de las Juderías de Tudela

Hacemos un alto por Tudela para visitar sus famosas juderías, las más importantes de Navarra en el siglo XIII. Iniciamos la ruta guiada por este laberinto de piedra repleto de historias antiguas, y descubrimos lo que supuso la llegada de los primeros seguidores de la religión mosaica a esta zona, desde los primeros asentamientos en el Valle del Ebro hasta el esplendor del judaísmo andalusí.

Interior y escalinata del palacio Marqués de Huarte de Tudela

Enoturismo con mayúsculas, en Arínzano

La impresionante Finca Pago de Arínzano en Tierra Estella también nos promete una fascinante experiencia de agroturismo, al cobijo de las viñas, el bosque y el silencio.
Nos despertamos en un espacio protegido de 350 hectáreas, a orillas del Ega, que alberga la Torre Cabo de Armerías del Siglo XVI, la Casona del siglo XVIII, convertida en habitable, y la Iglesia del XIX. Apreciamos todo ese despliegue de arquitectura tradicional, que contrasta con la entrada de la bodega del siglo XXI, diseñada por el famoso arquitecto español Rafael Moneo, que integra los procesos de elaboración del vino con el entorno histórico.

vista de la casa de la finca

Custodiada por monjes, señores y familias vitivinícolas a lo largo de 1.000 años de historia, este hábitat siempre ha estado ligado al vino, que conserva la fuerza y la gracia de la tierra donde nace, alineado con lo más granado de la gastronomía navarra.
En este vasto anfiteatro somos capaces de percibir cómo la tierra, la piedra y el agua confieren al lugar una energía especial, que invita a quedarse cuando el sol se pone.

Trufa de Navarra: una experiencia que se huele y saborea, desde la raíz

Y ya que estamos en Arínzano, no podemos perdernos la oportunidad de explorar uno de los tesoros más valiosos de la gastronomía navarra: la trufa. Visitamos el Museo de la Trufa en Matauten, observamos como un experto perro trufero desentierra estas joyas culinarias y comprendemos, de forma definitiva, por qué este ingrediente es tan codiciado por los gourmets de todo el mundo.

cesto de mimbre con trufas negras y una está cortada por la mitad

Entre las piedras milenarias de San Pedro de la Rúa y la Villa de las Musas de Arellano

Guiados por los ecos del Camino de Santiago nos dejamos seducir por la silueta románica de San Pedro de la Rúa, que se eleva sobre Estella-Lizarra como un guardián de piedra. Desde su pórtico lobulado hasta la torre, lo recorremos sin prisa, para detenernos en su precioso claustro: una joya del románico navarro, donde cada capitel narra un fragmento del alma medieval de Estella-Lizarra.

claustro y exterior de la iglesia de San Pedro de la Rúa de Estella-Lizarra

Y de ahí viajamos hasta los siglos I y IV d.C, cuando la Villa de las Musas de Arellano funcionaba como villa agrícola y centro vinícola romana, y más tarde como lugar de culto a Cibeles y Attis. Hoy día, es un símbolo de arte y cultura: con mosaicos romanos que representan a las nueve musas y rincones únicos, desde el fumarium donde se elaboraba el vino hasta la cisterna, guardianes de los secretos de esta época pasada.

mosaico romano en el suelo de las Musas de Arellano

Aventura acuática en el Embalse de Alloz

¡Y de las piedras milenarias nos vamos a un paisaje acuático! Entre los valles de Yerri y Guesalaz se encuentra el Embalse de Alloz, una de las playas de Navarra, que puede navegarse en piragua o tabla de paddle surf. Después, aprovechamos para descubrir su historia en el Museo Henri Lenaerts.
Finalizada la jornada de emociones, aún nos queda por descubrir Tierras de Iranzu y las bodegas navarras en la zona, así como multitud de senderos que te conectarán con paisajes únicos. Porque el vino navarro no solo se bebe, se siente. Y se percibe como una filosofía de vida que venera la personalidad de nuestras tierras.

¡Acompáñanos en este viaje!

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